Estoy totalmente convencida de que tenemos mucho que agradecer a nuestras enfermedades. Nos enseñan realidades a través del sufrimiento que a nivel mental y emocional no logramos detectar ni gestionar. Cuando el síntoma y el signo se manifiestan en el cuerpo físico es porque ya se han interrelacionado energías de otros planos con el resto de nuestros cuerpos sutiles.
Las enfermedades, sean las que sean, son como pruebas infalibles de que algo no va bien o no funciona debidamente. Tu actitud, tu forma de ver la vida, tus decisiones, tus temas pendientes, aquello que no logras aprender y trascender son los motivos para que se presenten las veces que sean necesarias.
La enfermedad ha venido a picarme a la puerta en varias ocasiones. No de forma grave, gracias a Dios, algún susto en quirófano o algún proceso cíclico pero nada preocupante.
Esta vez se ha presentado para mostrarme todo lo oculto que no lograba ver. Todo lo que la intuición gritaba silenciosamente, pero que siempre el ego la deseaba hacer callar porque resultaba demasiado dolorosa.
Cuando el dolor es terriblemente espeso la mente crea mil motivos y argumentos para demostrarle a tu corazón que está equivocado y que todo son suposiciones absurdas, temerosas, catastróficas y acusadoras. Que en realidad la culpa es tuya por no confiar en la vida, ni en las personas que te rodean y a las que amas.
Pero, ¡Cuánto hacemos callar a la intuición, cuánto hacemos callar al corazón!
Cuando la enfermedad aparece y te hace poner los pies en la tierra, para demostrarte la verdad, el choque resulta devastador.
Llevaba días advirtiendo cosas que no podía ver y oliendo mucho. Mi olfato se agudizaba tremendamente día tras día. Como cuando algo huele a podrido en las cañerías del lavabo, o como cuando sabes que la tarta del horno se está quemando. Pero lamentablemente el propio chef de cocina te dice que todo anda bien y que podrás comer confiadamente la tarta. Había algo que andaba mal, y se estaba gestando e incubando día tras día, aunque no supiera de qué se trataba exactamente.
Y efectivamente, nada iba bien. Pero toda energía densa u oscura, necesita llegar hasta la luz y ser vista. Por eso todo siempre acaba siendo revelado.
Aveces para iluminarte, necesitas que te peguen una patada en el culo. Muy fuerte.
Hace un mes vino a mí entre ondas alfa una poderosa pantera negra cuando descansaba en el colchón donde dormía.
Me miró, me rodeó un par de veces todo el cuerpo cariñosamente y me regaló una piedra ovalada, grande y gris que llevaba en su boca. Su visita era en señal de atención y de preparación.
Me sentí cómoda en su presencia, como siempre me sucede con todos los felinos. Sin embargo, no comprendí la piedra tosca y pesada ya entre mis manos y algo me dio miedo, pues ésa era una visita de advertencia.
–Es un regalo.
-Viene un cambio. Abre los ojos. Has de aprender a andar a través de la oscuridad. Te estaremos observando y te acompañaremos. Es para que estés preparada.
(Silencio)
Se marchó. No se quedó mucho más tiempo.
Seguidamente me desvelé y aun despierta seguía viendo en mi mente el contoneo de sus piernas al marchar.
Días después intenté hacer una comunicación animal. Ésta fue algo más extensa. Pregunté por aquella visita y pedí más información para pedir de qué se trataba exactamente la advertencia. Ella me habló de un tema sentimental mío y me dijo:
–Lo estás viendo, pero no quieres ver. No te lo pondrán fácil para que lo veas. Todo está sucediendo entre lo oscuro. Por eso estamos acompañándote. Tienes que aprender a andar entre la oscuridad. Ya estás en ella, ahora, camina. Te estaremos acompañando.
Pocos días después sucedieron tres sucesos, y el último fue evidente.
Cuando la enfermedad se manifestó, entré en un bloqueo psicológico. Y tuve que trabajar mucho en mi preparación internamente. Había de sanar algo importante. Pero no solo a nivel físico; para eso ya estaban los estupendos médicos que me habían prescrito un tratamiento. Si no a nivel psicológico, emocional y espiritual. Tenía que transformar esta situación y ver que había llegado a mí como un regalo, no como una tragedia.
Tuve que entender tras varios días que la enfermedad es el aviso de que me estaba iluminando. Sí, puede resultar contradictorio. Ella me abrió a la luz de la verdad.
Ella nos hace ver la realidad de lo que no estamos procesando, integrando o viendo. Normalmente suelen ser valores e ideas en nuestras vidas que son equivocadas sobre quiénes somos realmente y cómo nos relacionamos con las personas que queremos, qué es lo que les permitimos hacer y cómo nos relacionamos con la vida que nos es entregada en general.
Agradecer a la enfermedad incluso a las personas que tuvieron algo que ver con ella o como acabó llegando a ti a través de ellos, supone una comprensión e iluminación liberadora y renacedora. Pero nada fácil. Se requiere mucho tiempo, consciencia y capacidad para perdonarles y desear sanar la herida interna. Y evidentemente sacar a la luz todas las emociones oscuras que tendremos que procesar durante largo tiempo.
¿Cual es el reto?
Principalmente sanar tu cuerpo, prestar atención a los tejidos y órganos que estén siendo afectados. Y por otro lado, curar y ayudar al propio ser diminuto que te está provocando la enfermedad. Aceptar que reside en ti, que esto es lo más difícil. Decirle que ya no son necesarios esos signos ni síntomas, que ya has comprendido lo que ha venido a decirte. Echarlo a dormir, pedirle amablemente que se retire; Por ejemplo, hablar con tus propias células para que no permitan que siga introduciéndose en su maquinaria. Ya no es necesario seguir replicando su ARN. Este cuerpo es un templo, y si quiere sobrevivir deberá transmutar su forma de existencia, puesto que en el templo no le daremos más cobijo, alimento ni sustento. Debe encontrar otro camino. En este ya ha dejado el mensaje claro y por ello nos liberamos de la necesidad que nos siga causando algún tipo de daño.
El poder de nuestros pensamientos y creencias generan nuevas formas de conexiones neuronales, estimula el sistema inmune para que los leucocitos encuentren la forma más eficaz de ejercer su función ante los antígenos. Por eso es tan importante el equilibrio mental y emocional. Por eso es tan importante el trabajo personal en cada una de las crisis con las que tengamos que enfrentarnos.
Toda oscuridad busca la luz. Y la luz es el amor. Amor incondicional que abraza y acepta.
La pantera lleva tiempo avisándome del gran poder que tengo. De lo capacitada que estoy para moverme entre las tinieblas. La piedra que me regaló era para chafar y destruir la mentira. Como hice en aquel sueño, en que aparecían esas personas y yo usaba una piedra. Fueron pesadillas, pensé. Pero simplemente era que aquella noche estuve ahí de algún modo viéndolo todo.
Me quedaré con estas palabras de la que durante mucho tiempo estará conmigo a partir de ahora.
17-Septiembre-17:
– Viniste antes de entrar en mi sueño.
– Para que estés preparada.
– Me regalaste una piedra y esperaste que hiciera algo con ella… ¿?
– Tienes que usarla.
– No lo entiendo, ¿Para qué? ¿Cómo uso una piedra?
– ¿Qué se te ocurre?
– … Para tirarla, para chafar la mentira. Para romper caparazones. Para reventar parásitos… Para terminar y protegerme por fin de verdad.
– Deberías hacerlo, pues.
– Arriésgate, desgarra tu garganta y saca tu verdad.
– ¿Pero cual es mi verdad? Estoy perdida.
– Mírate al espejo. Te infravaloras. Hasta puntos extremistas. Eres Brillante, pura Luz. Ninguno de nosotros hemos perdido nuestra estima.
En ese momento veo todo el poder y la luz de su cuerpo y su esencia. Sus movimientos son majestuosos, su mirada penetrante y tranquilizadora, magnética.
– Tú quieres dejarte influenciar por mentiras, juicios, dudas y campos que están a tu alrededor que te exprimen a ti. Pero solo te rodean porque necesitan de tu luz desesperadamente.
Pero cedes, decaes. Porque es más fácil. Si supieras la inmensidad de lo que puedes abastecer y SER…
Nosotros Te Vemos. Ahora te toca a ti Ver quién eres Tú.